Kibuko

Hoy mismo me he encontrado esta cosilla en mi cuaderno de Alemán; la escribí hace alrededor de un año. Y morir en los recuerdos soslayados de melancolía, inextricablemente. Estallar en mil pedazos y renacer cual fénix de sus cenizas. Impotencia. Tristeza. Efluvios que se mezclan y recogen el ayer, ayer que ya se fue y no volverá, ayer implacable impregnado de un dolor que dura hasta el presente. Ayer, al fin y al cabo, pero ayer, y no hoy; hoy es incertidumbre, hoy es un momento, hoy se escapa como arena entre nuestros dedos, hoy es ahora, hoy ya es ayer, y ayer sigue haciéndonos sufrir, porque tenemos conc

Éste es un ejercicio de escritura que realizamos tres amigas; pusimos una canción concreta (la del título) y, durante treinta minutos, escribimos lo que nos inspiraba. Aquí está mi resultado: Las trompetas anuncian la llegada de nuestra enemiga más acérrima: la Muerte. Sopesa sus pasos con el descaro despiadado que la caracteriza, su túnica negra agitándose en torno a su figura mientras las mil y una voces de los cadáveres pútridos que va reanimando en su camino abandonan sus tumbas y se dirigen a nosotros con aire ingrávido. El fragor de la batalla lo inunda todo; el rojo escarlata

 Ich habe keine Angst für Tod; er ist nicht zu schlecht. Leben macht mir Angst. Leben hat Schmerz, Leben hat Träne, und er hat Liebe auch. Tod hat keine; er schenkt uns erst eine süße Ruhe. Sólo el odio puede ser más fuerte que el amor. Pero éso no me reconforta; sólo me ayuda a seguir pensando en el vacío de la existencia, en el absurdo. A pesar de todo, el absurdo no es malo; ¿qué es malo, en realidad? Son sólo concepciones meramente culturales que administran nuestras relaciones con los demás, con el mundo, con nosotros mismos, y les otorgan un sentido meramente artificial.